RESUMEN
La Cuarta Revolución Industrial será impulsada por las energías renovables y, en el contexto de esa transición energética, el hidrógeno podría desempeñar un papel fundamental. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), para lograr las emisiones netas cero en 2050 (net zero), se necesitaría una inversión de US$ 1.2 billones en el suministro y uso de hidrógeno con bajas emisiones de carbono. El consejo del hidrógeno proyectó un mercado mundial para el hidrógeno de US$ 2.5 billones de dólares en 2050. El Departamento de Energía de EE.UU. prevé unos ingresos anuales de US$ 750 mil millones y la creación de 3.4 millones de puestos de trabajo para 2050 en el marco de la economía del hidrógeno. Aprovechando la tecnología avanzada de aprendizaje automático y procesamiento de lenguaje natural, S&P Dow Jones Indices lanzó el índice S&P Kensho Hydrogen Economy, que busca seguir el desempeño de empresas que participan en la economía del hidrógeno, incluidas las que se dedican a la producción, el transporte y el almacenamiento del hidrógeno. En este artículo, presentaremos la economía del hidrógeno y cómo medimos la oportunidad de la misma a través de un enfoque de inversión basada en índices.
Inscríbase para recibir actualizaciones por correo
Inscríbase
INTRODUCCIÓN
El hidrógeno es el elemento más simple y pequeño de la tabla periódica. También es la sustancia química más abundante en el universo, constituyendo aproximadamente 75% de toda la materia normal. En la Tierra, el hidrógeno se encuentra principalmente en formas moleculares como el agua y compuestos orgánicos. Al igual que la electricidad, el hidrógeno también es una energía secundaria. El hidrógeno puede producirse a partir de agua; cuando el hidrógeno molecular y el oxígeno se combinan y reaccionan, el proceso genera energía y se produce agua o peróxido de hidrógeno. El poder calorífico del proceso es de 141.80 MJ/kg, que es tres veces el poder calorífico del diésel (44.80 MJ/kg), y 4.3 veces el poder calorífico del carbón (32.50 MJ/kg). A diferencia de la quema de diésel o carbón, el proceso de combustión del hidrógeno no genera emisiones de carbono. Si podemos reducir o eliminar las emisiones de carbono en el proceso de producción de hidrógeno, este podría ser una fuente de energía limpia, eficiente y sostenible que probablemente desempeñaría un papel esencial en el movimiento de descarbonización de las próximas décadas.
El profesor John Bockris acuñó el término “economía del hidrógeno” en su discurso en el Centro Técnico de General Motors en 1970. Sin embargo, el proceso de establecimiento de una economía del hidrógeno ha sido históricamente lento y desafiante, principalmente debido a la gran escala de inversión en infraestructura que se requiere y a los altos costos de producción del hidrógeno. En 2020, la demanda mundial de hidrógeno se situaba en torno a los 70 millones de toneladas (ver figura 1). Casi toda esta demanda se destinó al refinado y al uso industrial, como la disminución del contenido de azufre en el diésel y la producción de amoníaco y metano. En el futuro, el hidrógeno puede sustituir al gas natural para proporcionar calor a los edificios, y utilizarse para el refinamiento del petróleo, la producción de cemento y la fabricación de acero en el sector industrial. Puede servir como alternativa al combustible fósil para vehículos como autobuses, trenes, barcos e incluso aviones. Además, el hidrógeno puede servir para almacenar el exceso de electricidad renovable de bajo costo, lo que podría apoyar la integración de los sistemas de electricidad renovable. En el escenario de emisiones netas cero aquí a 2050, la demanda mundial de hidrógeno podría casi triplicarse para 2030, alcanzando más de 200 millones de toneladas (ver figura 1).