En los últimos años, cada vez más participantes del mercado han mostrado interés por inversiones basadas en sustentabilidad y han comenzado a integrar elementos de factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) en sus procesos de inversión. Diversas justificaciones se han elaborado para incluir tales factores.
La primera es que, desde una perspectiva de riesgo/rendimiento, las empresas que consideran la inversión de impacto y prácticas ESG asociadas a sus actividades comerciales tienen mayor probabilidad de adelantarse a sus pares. Desde el punto de vista ambiental, gestionar activamente la huella ambiental de un portafolio de inversiones puede ayudar a disminuir la exposición a compañías que enfrenten riesgos legales y reputacionales, así como proveer una cobertura con respecto a cambios futuros en la normativa. Por ejemplo, a medida que el mundo emprende una transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, las empresas que han sido proactivas estarán mejor posicionadas para adaptarse a las nuevas regulaciones, a la innovación o a un vuelco en el apetito de los consumidores.
La segunda justificación para invertir en este tipo de compañías proviene de valores y metas sociales o personales. Estos inversionistas buscan crear portafolios que posean un equilibrio entre los rendimientos financieros y los objetivos de su misión.
Más allá de las justificaciones, existe una amplia variedad de opciones que los inversionistas en renta fija pueden explorar. Uno de los enfoques comunes ha sido confiar en parámetros de evaluación o clasificaciones que miden el impacto ESG de las operaciones de las empresas, y traspasar estas puntuaciones a los activos. El principal desafío de este enfoque es que hoy en día no existe un estándar claro de medición en el mercado.
Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que trabajaron en el proyecto Aggregate Confusion, concluyeron que al comparar “dos de las cinco principales agencias de clasificación ESG y calcular la correlación entre las puntuaciones en un año particular, es probable obtener un correlación del orden de 10% a 15% (al menos la correlación es positiva). Es muy probable (cerca de 5% a 10% de las compañías) que la empresa situada en el 5% superior de una agencia pertenezca al 20% inferior de la otra”.
En renta fija, los bonos verdes podrían resolver este problema y ofrecer una oportunidad para que los inversionistas añadan un elemento de inversión de impacto a sus exposiciones centrales de manera sencilla. Adicionalmente, en comparación con otros indicadores ambientales disponibles, podría decirse que los bonos verdes son la medida que más impacto tendrá en el futuro.